jueves, 18 de julio de 2013

CASA "COR UNUM"


UN DÍA EN “COR UNUM”


En nuestra casa, (“Cor Unum” la llamó Chiara Lubich), recibimos abundantes visitas durante el año, pero más en verano. Siempre hemos querido “ver a Jesús” en cada uno que viene, y acogerlo en consecuencia; más aún, el fin de la casa es que en ella esté Jesús (“donde dos o más están unidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”), para donarlo (como María) a quien viene o “llevarlo” como “regalo” a donde vamos.

Aparte de estar toda esta semana un sacerdote que forma parte de la “familia” de la Obra de María (viene con frecuencia, aunque habitualmente no vive aquí), ayer vino otro sacerdote a comer (y una larga sobremesa) y a media
tarde dos familias a Misa y a cenar (trajeron ellos casi todo).

Copio el correo de uno y la entrada del blog de los otros, (dado que todo es fruto de Cristo, y para gloria de Él):

1.       Muchas gracias por la invitación y por el rato tan agradable que he pasado con vosotros.
Que Dios os bendiga, y muchas gracias por los enlaces que me reenvías, los veré con atención…
            Veremos si Dios quiere que pase por allí con algún otro la próxima vez.
            Un fraternal abrazo en Cristo

2.       Ayer mi mejor amiga junto a su familia y a la mía estuvimos merendando en casa de un amigo sacerdote. Estaba allí también otro sacerdote, periodista y escritor cuyo nombre me sonaba pero, al cual, he de confesar, no he escuchado nunca ni me he leído ninguno de sus libros. Hasta ese instante no le conocía en ninguna de esas facetas. Fue él quien dijo la misa con los que allí estábamos y fue entonces cuando tuve ocasión de escucharle y conocer así a una persona entrañable, cercana, de esas que con su sola presencia producen paz.
Una vez, más me preguntaba a mí misma. No lo entendía, no lo entiendo. Por más vueltas que le doy no entiendo porqué el sacerdocio es una vocación tan desprestigiada y tan poco valorada. 
Bueno, creo estar empezando a comprenderlo. Cada vez estoy más convencida de que nos da miedo bucear en nosotros mismos. Tenemos miedo al espejo. 
          Rechazamos a los sacerdotes y a toda persona que sea sinónimo de bondad. No hay nada más terrible que tener a una persona noble y que sea todo corazón a nuestro lado. Eso nos hace ver nuestros defectos, cosa que no
soportamos y , lo que es peor, no queremos que los demás nos descubran nuestras debilidades, nuestros fallos. Antes que enfrentarnos a nosotros mismos , mejor romper el espejo. 
          La verdad es que nos han enseñado mal. Cuando hace unos meses oía a un sacerdote hablar del examen de conciencia a la hora de examinarse, decía que antes de pensar en las cosas que uno había fallado, debía pensar en todo lo positivo. Me sorprendió, nunca lo había escuchado y sin embargo, pensándolo después me he dado cuenta que tiene razón. 
          Nos han enseñado a pensar en nuestros fallos, pero no en nuestras virtudes. No estamos acostumbrados a pensar en positivo, a pensar en los dones que Dios nos ha dado. 

Rechazamos a Jesús en nuestras vidas sencillamente porque le vemos, le sentimos, como un juez no como un amigo. 
          Durante esta merienda, comentaba la hija de mi amiga que un seminarista había dicho que eran "especie en extinción". Espero que eso no sea cierto y, de serlo, que sea dentro de muchos años, por lo menos hasta que mi hijo crezca: nada me haría más ilusión que verle algún día siendo sacerdote.
          De momento, quiere ser jugador de rugby, aunque pienso que no son incompatibles: estará preparado para los golpes que le dé la vida. De defenderse y de placar al adversario, sabrá mucho.
          Dios dirá. De momento, yo rezo por ello, a la par que doy gracias por todos los sacerdotes que Dios ha puesto en mi camino, de los cuales he aprendido, aprendo tanto, cada día.



1 comentario:

  1. Todavía os debo una visita a la casa. Y con esos testimonios, ¡va a tener que ser pronto!

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