domingo, 24 de julio de 2016

SALUDOS EN EL TREN

Han sido once años y medio tomando a diario los laborables el tren de cercanías, (y caminando previamente desde nuestra casa “Cor Unum” a la estación) y, al llegar, caminando desde Charmartín.
        He conocido mucha gente en esas caminatas y, sobre todo, en la estación y en el tren. Y la mayoría han sido bonitas experiencias.
       Un amigo se entretuvo en recoger algunas de las de los primeros años, (extrayéndolas de mis correos-e. en los que mando la Palabra de Vida y las experiencias -la Vida de la Palabra-, que hace pocos años también empecé a colgar en este blog), y elaborar este artículo que en marzo de 2008 publicó la revista mensual Ciudad Nueva. Como conclusión de esta etapa de la vida, ante mi traslado, lo comparto contigo y te lo ofrezco. "Que sea siempre todo solo para mayor gloria de Dios", (como siempre añade mi madre en todo):


Saludos en el tren
Javier Rubio

De la vida misma La incomunicación en las grandes urbes es cosa habitual, pero hay quien tiene el coraje de ir a contracorriente.

“Había una vez...”, así tengo que empezar, porque lo que voy a contar tiene algo de fábula, o sea, fabuloso; como los cuentos, cuyo recurso literario es sorprender al lector.

Un problema de las grandes urbes, quizás el primero, es la incomunicación: muchas personas y cada una a lo suyo. Pues bien, el reto que se plantea cada día Paco, nuestro personaje, es alterar el orden comunicativo establecido, o mejor, incomunicativo.

Empieza así: «Aunque me da verdadero “corte” acercarme de primeras a alguien que no conozco, voy saludando a la gente en la estación y en el tren. Muchas caras se repiten cada día. En Chamartín empecé a saludar a un señor que acabó ofreciéndome trabajo para mi hermano». Una vez le había contado que su hermano es informático, y el buen hombre, que resultó ser director general de una gran empresa, le ofreció trabajo para cualquier
informático que Paco conociera. «A mi hermano no le hizo falta –sigue Paco–, pero le he mandado varios currículos, y entre ellos el de una chica a la que también conocí en la estación, una vez que tuve que esperar un buen rato en la cola. Ayer me volví a encontrar con el señor y me dijo que había entrevistado a la chica y que la iba a contratar. Al rato, me llamó ella para decírmelo». Haz el bien, y no mires a quién.

 «Esta “locura” de procurar saludar a gente desconocida –concluye– produce frutos materiales, en algunos casos, y espirituales, espero que en todos». Frutos materiales como por ejemplo... «Esperando el cercanías, llegaron dos personas a las que yo saludaba hace tiempo. Como otras veces cuando veo a varias, las presenté. Una es madre de cuatro pequeños, la otra iba a ser abuela. Ya sentados en el tren, mientras yo saludaba de nuevas a un señor y lo introducía en la conversación, la mamá ofreció a la futura abuela todos los útiles para bebés: bañera, cambiador, etc. Y el domingo se presentó en su casa con el coche cargado de cosas». La Providencia actúa; buena conclusión. Y frutos espirituales... «Otra vez, esperando el tren, di los buenos días a una persona que ya había visto varias veces». Tres días después se la volvió a encontrar y lo saludó de un modo especialmente alegre: «Me dijo que quería ir con sus padres a la misa que celebro los sábados, y efectivamente ese sábado estaban ahí los tres». Después de la misa, la madre desveló la causa de la alegría de su hija, y seguramente ésta se sintió un poco incómoda. ¡Ay, las madres! «Al parecer –sigue Paco– habían tenido una conversación en estos términos: “¿Por qué a nosotros, que intentamos ser buenos –decía la hija–, nos va todo mal, mientras que a la gente despreocupada de la fe y del bien le salen las cosas? ¿Para qué tanto rezar?”; y había amenazado a su madre con romperle todas las estampas de santos. El día después, al regresar del trabajo, llegó muy serena y le dijo a su madre: “¡Mamá, no sabes lo que me ha pasado! Me han saludado en la estación y luego hemos hablado durante todo el viaje: ¡era un cura católico!”. Por lo visto para ella fue la confirmación de que Dios no les había abandonado. Y para mí, la confirmación de ese “sígueme” que Jesús me dice en cada instante. ¡Menos mal que le hice caso!».

 No lo habíamos dicho, pero está claro que nuestro personaje es sacerdote. Se confiesa “forofo” de la Palabra de vida y asegura que da sentido a su vida: «Aquella semana hubiera podido calificarla “de infarto”. Tendría que haberme estresado, preocupado y hasta angustiado en muchas circunstancias. Pero me puse “a la escucha” y en seguida me venía a la mente: “Él todo lo ha hecho bien...”. ¿Todo? Entonces, ¡plena confianza en Él! Por tanto, este horario podré cumplirlo, esto seré capaz de prepararlo, esto encontraré quién lo solucione... Me volvía la paz y trataba de transmitirla, aunque la situación fuese apurada. Creo que así logré afrontar las situaciones y amar a las personas. Y la verdad, me sentí toda la semana como en una luna de miel, bajo la paterna mirada de Dios».

 A veces, la labor pastoral de Paco se presenta accidentada: «Aquella fue una boda complicada. Los novios ya vivían juntos y había que hacerles comprender que Dios no ve así las cosas; pero tampoco podía dejarlos mal. Tenía que amarlos para que descubrieran positivamente la gracia del sacramento. Por otra parte, había que dejar bien al párroco del lugar, que sigue unas normas estrictas, y a la vez conseguir que la gente gozara de una liturgia bien vivida y participada». De manera que se plantó en el momento presente sin agobios y se dejó inspirar por la Palabra de vida de ese mes (amar a todos, benevolencia, misericordia) y el resultado fue inesperado: «A los novios, en privado y preparando la ceremonia, les presenté la gracia del sacramento, y creo que lo entendieron. Al párroco lo dejé en buen lugar comentando lo bien cuidada que estaba la iglesia y cuánto participaba la gente. Los novios y sus padres estaban felices». Luego lo llamó el párroco, y Paco recuerda que «yo me temía una reprimenda por haber sido condescendiente, por permitir música en la celebración, etc. Pero no; me dio las gracias».

 Volvamos al tren... «Una de las veces –dice Paco– por lo visto debí de contar que de pequeño me hubiera gustado tener un scalextric». De hecho el chico ahorró durante varios años, pero cuando ya tenía casi todo el dinero, lo dio para las misiones. Y es que sus padres solían hablar de lo mal que lo pasan niños de otros lugares, y con mucha pedagogía, a juzgar por el efecto. «Creo que volví a ahorrar por segunda vez –añade–, y lo volví a donar». De
modo que le echó imaginación al asunto: «Pegando varias cartulinas pinté un circuito y en cartón dibujé varios “fórmula 1”. ¡Mi hermano y yo disfrutábamos un montón!». Pues bien, la persona a quien le contó el episodio se quedó impresionada y lo invitó a conocer a su familia. Cuando fue a visitarlos, como era cerca de Navidad, Paco les llevó un Niño Jesús de esos que elaboran los gen4 para recordar quién es el protagonista de las fiestas (cfr. campaña "Han desalojado a Jesús"). El día de Reyes, cuando volvió a casa, se encontró con un paquetón y una nota: «Por una frase supe quién había “escrito” por mí a los Reyes Magos: “creemos que serás feliz haciendo que otros disfruten también de lo que el paquete contiene, p. ej. esos niños que hacen figuras del Niño Jesús como la que nos has regalado”. ¡Vaya, los Reyes me habían dejado un scalextric!».

 Cuando estos retazos de vida se comparten, el efecto se multiplica. Y nuestro cura, además de relacionarse cara a cara, también lo hace cibernéticamente, que es lo que hoy se lleva. O sea, que usa el correo electrónico. Envía a mucha gente la Palabra de vida, les cuenta episodios como los que recogemos aquí, y a veces hay confidencias de mucho calado. Pero sobre todo motiva a sus interlocutores a vivir y contar lo que viven.

 Una vez le llegó este correo electrónico: «Cuando trabajas en otra ciudad, acabas conociendo y saludando al conductor del autobús y al grupo de limpiadoras que también tienen que viajar. Un día, el conductor, que es marroquí, me comentó que tenía que arreglar sus documentos del carnet de conducir. Yo me informé y le dije los pasos a seguir, pero él reconoció con pena que su horario de trabajo no le permitía hacer las gestiones. Así que se las hice yo. Quiso pagarme, pero no le dejé. Y como quería mostrarme su agradecimiento, cuando anunció por el altavoz la parada en la que suelo descender, añadió: “aquí se baja la mejor notaria del mundo”; y acto seguido todo el grupo de limpiadoras lo corroboró con un gran aplauso, secundado por todo el autobús. “¿Por qué aplaudimos?”, preguntó un hombre a su mujer. “Tú aplaude y calla”, sentenció ella».


 ¿No es desconcertante? Me pregunto cómo puede uno estar en medio del mundo, codo a codo con la gente que te rodea, y al mismo tiempo sumido en la contemplación de las cosas más elevadas. Conciliar ambos extremos es atractivo porque es un reto.


J. RUBIO, artículo “Saludos en el tren”, en Revista Ciudad Nueva, marzo 2008




Un año después, me pidieron contar algo similar en un encuentro; para quien entiende el italiano, aquí puede leer aquella intervención, en la que narré otras experiencias de aquellos años, siempre relacionadas con el tren: El desafío de relacionarse



16 comentarios:

  1. Quería darte las gracias por el momento presente "tan espléndido" que me ha hecho vivir al leer el artículo "Saludos en el tren". Si uno encontrase artículos así "por doquier" en los medios de comunicación... Gracias por un trabajo tan bien hecho. Indudablemente me gustaría, si puedes hacerle llegar el mail a Paco para hacerle extensivas las gracias. Lo he leído en la sobremesa, junto con mi mujer y "hemos reído, llorado..." que bonita la vida de la palabra, gracias por empujarnos a vivirla con la ayuda de su vida.

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  2. Precioso. Me ha encantado.
    Se me ha quedado la sonrisa permanente...jeje.

    Sigue mandando, por fa, la Palabra.

    Gracias de corazón. Se lo hago llegar a todos, seguro que les va a encantar.

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  3. Ahora mismo después de leer tu correo se me ha dibujado en la cara una gran sonrisa, que hacía tiempo que no se dejaba ver. Me he visto muy identificada porque es así como me gusta ser y vivir, creciendo con las historias de la gente... y sabes? mi hija mayor y mi marido siempre me dicen que soy muy pesada y que me paro a hablar con todo el mundo y parece que quisieran cambiar mi forma de ser, pero leyendo estos testimonios me doy cuenta que estas experiencias son las que me dan la vida.
    Actualmente me encuentro en una de las situaciones más difíciles que he sufrido nunca, la relación con mi hija mayor está muy complicada, con mi marido la cosa va mal, bastante mal, la situación económica es complicada, pero quiero pensar que no debo perder la alegría y confiar en la providencia.
    Me gustaría poder ser un personaje más de tus escritos y experiencias de tren! aunque no voy casi nunca en tren, jeje.
    Doy gracias a Dios por ponerme gente buena como tú en mi camino.

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  4. Paco: lo hemos leído y estamos impresionados. Es para un guión de película. Hay una que se llama Love Actually y es parecido: trata de la historia de varias personas que se entrecruzan . Es muy bonita.

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  5. También he leído tus aventuras en tren, jejejeje, me parece increíble cómo vences la vergüenza y te acercas a la gente (desconocidos) y todo lo bueno que has conseguido a través de ello.

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  6. Qué alegría nos ha dado leer y gozar del artículo que te dedicó Ciudad Nueva.
    A propósito, este artículo, "sin tu permiso" , se lo hemos mandado a otras personas de nuestro círculo de correspondencia... esperamos que nos disculpes.
    El sábado de la pasada semana no pudimos asistir a la misa como era nuestra intención, para volver a charlar un
    ratillo contigo

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  7. Me ha encantado el artículo! No es largo y es muy ameno. Muchísimas gracias! Hay cosas que cuestan tan poco y pueden tener tantos frutos...

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  8. Leí el reportaje y me pareció precioso...: ¡qué cantidad de experiencias!.

    Estos días no hemos coincidido en el tren porque la mayoría de ellos he cogido el de las 8:23, pues he estado saliendo tarde de la oficina y, como mi horario de entrada es flexible, he preferido descansar un poco más para rendir mejor. Hoy sí que he cogido el de las 8:06, quizá hemos estado en vagones diferentes.

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  9. Me ha encantado el artículo (para leerlo varias veces, nada de tirarlo), muchas gracias por pasármelo, lo guardaré.
    Pues me tengo que acercar por lo menos un día o dos entre este mes y el que viene (aún no sé qué días), para ver a un par de amigos, así que ya te avisaré a ver si podemos quedar un ratillo.

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  10. Tengo que reconocer que aunque le abrí en su día, hoy he podido leer tranquilamente la maravillosa experiencia de vida "Saludos en el tren": es fantástica y lo mejor es que es real. ¡Cuántas reflexiones se me ocurren!!
    Te agradecería que me siguieras enviando tus experiencias y reflexiones

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  11. Da gusto leer cosas así porque estoy convencido que en este mundo todavía hay más personas buenas que malas, pero el bien siempre es más silencioso...

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  12. Me ha gustado mucho el artículo que escribieron sobre ti. Si los periódicos hablaran más de las cosas buenas que hace la gente en vez de las malas seguramente el mundo marcharía un poco mejor.
    ¡Qué lástima que ya no nos volveremos a encontrar en el cercanías!

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  13. Ya hemos leído el artículo ... ¡¡que preciosidad!!! .... nos ha encantado y el final nos ha emocionado. ¡¡Claro que hay gente buena dispuesta a ayudar a los demás!!! pero a veces están tan escondidos ... por favor, ¿nos puedes enviar más?, y también la palabra de vida del mes. Nos encantará recibir tus correos.

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  14. Ya lo he leído. Es precioso y muy inspirador!
    Esto te dará ánimo a seguir saludando a “desconocidos”, seguro. Y a los demás, empezar a planteárselo…. .

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  15. Muchísimas gracias, Paco. Siempre apareces cuando las cosas no me van muy bien; verás es una historia muy larga y no me veo con fuerzas para escribirla, sólo quería que supieras que yo y mi fe (que creía que tenía), no pasamos por buenos momentos y después de leer tu artículo estoy segura que tú definitivamente eres una señal que me está mandando para que sepa que está ahí y que no se ha olvidado de mí.

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  16. Al leer "Saludos en el tren", me retrata fielmente lo que el Padre Paco es como sacerdote y comunicador de la palabra de vida. Realmente es gratificante y ejemplar intentar comunicarse con la gente , cuando hoy existe una soledad de comunicación directa, reemplazada por la redes sociales. Intentaré a partir de esta fecha seguir en algo el ejemplo de Don Paco.Gracias , de verdad muchas gracias por realizar su labor ministeral con tanta alegría y tanta fë en que Dis todo lo puede.

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